Lo que quiero plantear aquí son los argumentos que llevan a pensar en la existencia de un alma (o un "algo") y si son sostenibles empleando un poco de lógica deductiva. Los he resumido en dos, la inmortalidad y la identidad personal. Sobra decir que si algún lector tiene argumentos que no pasan por aquí el debate estará siempre abierto.
Antes de entrar en argumentos siempre se plantea el mayor problema de todos, el más importante de todos, y posiblemente el más pasado por alto, la definición. Hasta hoy no existe ninguna definición "oficial" ni ningún acuerdo lo suficientemente importante como para pasar los argumentos por la maquinaria científica o filosófica y llegar a refutar o confirmar el alma. Desde luego pienso que la confirmación o refutación de algo así beneficiaría poco a sus defensores. Muchos han llegado a decirme que no conciben la vida sin "algo" más, que no podemos ser solamente de carne y hueso, que algo ha de haber tras la muerte. Conceptos como el amor, la pureza o la conciencia han llegado a sujetarse del alma con tal firmeza que muchas personas pondrían en duda tales conceptos sin tenerlos apoyados en cierto grado de espiritualidad. Personalmente pienso que una confirmación de la existencia del alma sería un asunto incluso más problemático que la simple refutación, ya que echaría por tierra las múltiples definiciones personales y colocaría a todos en un paradigma común con el que creo que no creo que la mayoría se sientan cómodos.
Creo firmemente que la clave de la persistencia de la fe en el alma es la ambigüedad de su definición. Podemos argüir en favor de cada fe religiosa, a favor o en contra, pero nadie (o casi nadie) ve algo negativo en el alma, lo asimilamos como algo cuya no existencia no causaría perjuicio, y incomprendida hipotética existencia continuaría sirviendo de inspiración para todo tipo de espiritualidades. Todas aquellas personas que se consideran a si mismas espirituales se ven inspiradas por su definición del alma; unos ven energía otros una identidad que viene y se va de diferentes contenedores y que tiene un ciclo vital eterno; otros añaden a esto una recompensa final que promete descanso, felicidad y sabiduría, claro está pagando el precio estipulado por la secta de turno.
En cualquier caso esta libertad para jugar con la definición nos deja la libertad de unirnos a los múltiples tipos de espiritualidad existentes, o de crear nuestra propia teoría, en cualquier caso es un problema menos al que dedicar nuestras vidas. Plantearnos la veracidad de cualquier teoría no parece oportuno, incluso para muchos, decepcionante.
Si no podemos ligar el alma al cuerpo físico tendemos a pensar en algo un poco más abstracto, como nuestra consciencia, o simplemente a hacer una asociación con algún ente externo con la propiedad de la inmortalidad, con nuestro cuerpo como su avatar. Me gusta comparar esto con los personajes de los juegos de ordenador online. En un mundo virtual hecho de información encontramos dos tipos de seres: seres inteligentes (tanto como se pueda) que interactúan y, a su manera, viven y mueren; y otros seres exactamente iguales a éstos con la diferencia de que están controlados por un ser humano. Podemos decir en seguida cuál de estos seres tendría alma y cual no. El símil me parece adecuado para entender el concepto, y podemos abstraerlo fácilmente a nuestra definición del alma diciendo que algo así tiene que pasarnos a nosotros. La pregunta que yo me hago es por qué podríamos afirmar que los seres no dirigidos por humanos no tendrían alma, ¿es debido a que la inteligencia que los controla es menor a la nuestra? La inteligencia artificial es un campo en constante crecimiento. ¿Podríamos llegar a considerar que tuviera alma algún día? En nuestro caso podríamos preguntarnos cuál es el límite de complejidad de un ser vivo para llegar a tener alma. Biológicamente hablando los chimpancés y los gorilas no están demasiado lejos de nosotros. Y si aceptamos que los animales tienen alma, ¿existe algún límite? ¿Tienen alma las ratas? ¿Las moscas? ¿Los ácaros? ¿Las bacterias? ¿Cualquier otro organismo unicelular? En caso de no aceptar el alma de los animales cabría preguntarse entonces qué es lo que nos hace tan especiales; dejando de lado asuntos religiosos, la fracción de tiempo en la que llevamos aquí es extremadamente minúscula en comparación con la edad de la vida, la Tierra, o del Universo, ciertamente cuesta tomar arbitrariamente la decisión de considerarnos tan importantes, o relevantes.
El argumento de la identidad enlazado directamente con el de la inmortalidad ya provoca una paradoja inconmensurable, y hace cuestionar el sentido de la existencia del alma por sobre el sentido de la vida. No hace demasiados años la población mundial no alcanzaba los mil millones de personas, y ahora hemos superado los 7000 millones, si a la identidad de cada ser humano le corresponde un alma inmortal esto quiere decir que 6000 millones de almas nuevas han encontrado contenedor; para dramatizarlo más, podemos pensar que antes de haber seres humanos todas esas almas no tenían donde habitar, y si son inmortales habría que suponer que han vagado durante más tiempo del que podemos imaginar, y peor aun, seguirán haciendolo cuando no estemos, ya que si atendemos al potencial de crecimiento de la humanidad, muy probablemente la mayoría de ellas no habitarán un cuerpo y nunca cumplirán con los designios de ninguna fe. Para no caer en tal melodrama habría que imaginar que las almas tuvieran la posibilidad de nacer y adaptar su población a la humana (la de carne). Creo que todos estaremos de acuerdo en que embarcarse en semejante especulación sería como intentar construir castillos de arena en el agua.
¿Significa esto que podemos afirmar que nuestra identidad muere con nosotros?
No se puede afirmar nada sin la definición de identidad. Se que puedo parecer pesado con las definiciones, pero es la única forma de sacar conclusiones concretas. A modo personal definiría el Yo como el conjunto formado entre la consciencia y la memoria, y me atrevo a decir que no existe Yo si falta alguna de ellas, la consciencia sin memoria sería instantánea e inviable, la memoria sin consciencia nos haría meros programas informáticos. Desde este punto de vista el alma no tendría más remedio que ser "mortal" y, yendo más lejos, creable a partir de la complejidad (como la inteligencia artificial). No deshecho la idea de que algún día los avances tecnológicos permitan trasladar estos dos elementos a otro soporte donde pueda continuar subsistiendo. No pretendo convencer a mis lectores de mis teorías, pero bajo este punto de vista quiero aclarar que esta definición de la identidad o "alma" puede convivir con la idea de la inmortalidad, siempre y cuando sea posible un nuevo contenedor.
La inmortalidad en el fondo me parece el motivo principal por el que la gente se aferra al concepto del alma, y sin ninguna duda viene provocado por el miedo a morir. Soy de la idea de que no tenemos cultura de muerte; a la mayoría de la gente le aterra desaparecer, y eso que somos de las especies animales más longevas. Hemos racionalizado de alguna forma un instinto natural como el de preservar la vida y lo hemos arreglado de alguna forma para que sea método de control. Las principales religiones juegan con el miedo a la muerte y prometen castigos (o la denegación de recompensas) si no se siguen los dogmas, otros tipos de espiritualidades dan alivio diciendo que esta vida forma parte de algo más grande y que vivimos una etapa. Cualquier caso requiere de un alma inmortal. A mi me parece curioso de todas formas que hayamos manipulado el instinto, ya que lo hemos transformado en miedo a la muerte personal, por encima de la perpetuación de la especie. Siempre intento imaginar una hipotética sociedad donde el miedo a la muerte no exista, o haya dejado de existir. Me pregunto si tendrían necesidad alguna de creer en un alma inmortal.
Aparcando el miedo a la muerte, podemos encontrar la idea de trascender o de buscar sentido a la vida. Muchos dirán que sin alma nuestra vida pasa sin pena ni gloria, que no tiene gracia, que no significa nada, que donde van todos mis recuerdos y las emociones sentidas. Personalmente no me deprimen estas cosas. Creo que quienes han asimilado como yo la racionalidad de la vida, del universo, o aquellos que han sido capaces de valorar lo suficiente lo vivido, lo descubierto o lo sentido, no sienten la ambición de perpetuarlo. Todo lo que sucede sucede puntualmente, es especial puntualmente y único, se guarde en la memoria del alma o no. La sensación de que tenemos esta vida y esta oportunidad para aprovechar todo lo que podamos me motiva en lugar de deprimirme, me preocupa más el aprendizaje, me produce más curiosidad, y me hace que me interese más por cómo dejaré las cosas cuando no esté.
A pesar de lo que piense cada uno con respecto a este tema, estén o no de acuerdo conmigo, creo que la mejor postura siempre será el agnosticismo, sin embargo las motivaciones que pueda encontrar cada persona creyendo en el alma de forma persona me parecen correctas si son positivas, y desde luego si no son impuestas ni hacen daño a nadie.
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